Revista Tiempo de Paz 144 | LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS BALCANES

Revista Tiempo de Paz 144 | LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS BALCANES

Número: 144
Periodo: Primavera 2022
Pincha en el link para ver la presentación online de la revista 144

 

El conflicto de los Balcanes y la guerra de la Antigua Yugoslavia sucedieron hace tres décadas. Nada permitía presumir a finales de los años ochenta que ese país iba a saltar en pedazos, dividiéndose en un conjunto de Repúblicas, al precio de casi 200.000 muertos, millones de desplazados, y la destrucción de planes de vida, economías, ciudades, etc.. Así lo afirma Bojan Gavrilovic, jefe del programa derechos y justicia de la Fundación Jiyan para los derechos humanos, siendo importante reflexionar sobre qué pasó para intentar que no vuelva a suceder en el futuro. Los Balcanes es una región con conflictos endémicos, como analiza José Ignacio Castro Torres, especialista del instituto español de estudios estratégicos (I.E.E.E.) que concluye que en la actualidad hay riesgos de renacimiento de los conflictos por la recuperación de proyectos nacionalistas.

 

Los Balcanes es una región que de antiguo ha tenido conflictos, pero parecían encauzados. Zona de contacto entre oriente y occidente, en la falla tectónica de los límites del Imperio Otomano. Turquía se va disgregando progresivamente desde el siglo XIX y se crean nuevos países. Occidente se hacía valer sobre oriente pero las guerras balcánicas parecían ser cosa del pasado con la creación de la Antigua Yugoslavia. Ese nuevo Estado presentaban la posibilidad de haber conseguido, sobre todo bajo la batuta del mariscal Josip Broz Tito, fallecido en 1980, la convivencia entre etnias y religiones, que se manifestaban como elementos propios de sociedad plurales.

Pero como señalan los coordinadores Miodrag Nedeljkovic y Francisco Segovia, en su excelente introducción, el nacionalismo crudo y descarnado prevaleció como un reguero de pólvora que no debiera haberse permitido, pues condujo a que dominase la enajenación colectiva sobre la convivencia y la prosperidad, o sobre el amor al prójimo. Hoy en día, nos dicen estos especialistas, las nuevas Repúblicas siguen marcadas por las guerras, con economías lastradas, éxodos empobrecedores, víctimas desposeídas de justicia, revisionismos, populismos nacionalistas que zombifican a las instituciones, entre otras consecuencias negativas. Las guerras tienen un precio que muestra el caso de los Balcanes en términos económicos, políticos, psicológicos, humanos y de todo tipo. En términos de justicia y violaciones de derechos humanos, como analiza José Ricardo de Prada, magistrado de lo penal en la Audiencia Nacional y antiguo juez de la Sala de crímenes de guerra del tribunal de Sarajevo, los crímenes de los Balcanes evidenciaron la imposible justicia local y la necesaria justicia internacional, que también tiene dificul-tados -que analiza-. Esta lección nos indica, puede servir para la actual guerra entre Rusia y Ucrania Abordar un número sobre los Balcanes era algo que desde el MPDL se quería hacer desde hace tiempo, pues tenía una larga experiencia de proyectos en el terreno, y el conocimiento de muchas personas y situaciones. Era necesario reflexionar sobre la situación pasada, presente y futura. Desgraciadamente los diferentes artículos de este número reflejan lo difícil que es volver al camino de la paz cuando esta se rompe. Restaurar como un orfebre la escultura de la paz en sociedades rotas y complejas es una tarea muy difícil pues tras el paso de las bayonetas la realidad posbélica es la de sociedades con fronteras étnicas y con un lastre difícil de superar, lo que exige tiempo y una tarea de ingeniería social, económica y política muy compleja que, en el caso de los Balcanes, no

parece que acabe de levantar el vuelo aletargada en una región que también tiene una situación geopolítica compleja, más aún desde la ocupación de Ucrania

Una primera lección de este número es que romper la paz no se soluciona con un tratado sino que es un proceso difícil, que puede llevar generaciones y que para no marchitarse exige unas políticas concienzudas que no se han articulado de manera adecuada por el momento.

La dificultad del proceso deriva tanto de la dinámica de los nuevos Estados como de la situación internacional. Por lo que se refiere a lo primero, Miguel Roan, escritor, consultor independiente y cofundador de la asociación Balcanismos, considera que la situación es de “estabilidad inestable”, más integrada en Europa pero cansada, y con las secuelas de la fragmentación yugoslava; la presunta línea ascendente de los Estados de los Balcanes en el siglo XXI no ha sido tal y, por el contrario, sufren abusos derivados de la corrupción, el abuso de poder, las injusticias sociales, la emigración y el nacionalismo. Algunos autores consideran que la integración en organizaciones como la Unión Europea es la mejor garantía para la seguridad y el desarrollo, como indica el Director ejecutivo de la ONG Alfa Centre, de Montenegro. Por su parte Bojan Lazarevski del instituto de desarrollo comunitario de Macedonia del Norte aborda la cuestión de la integración en la Unión Europea y la Alianza

Por lo que se refiere a lo segundo, el asesor político del representante especial de la Unión Europea para Bosnia y antiguo cooperante del MPDL, Fermín Córdoba estima que hay una fatiga de la ampliación en los Balcanes, al mismo tiempo que en países como Albania, Bosnia-Herzegovina, Kósovo, Macedonia del Norte o Montenegro hay pocos progresos en la lucha contra la corrupción y el crimen. De igual modo, en perspectiva internacional, la profesora Ruth Ferrero Turrión, profesora de ciencia política de la Universidad Complutense analiza el caso de Kó sovo y los países que no lo reconocen -en particular España- como consecuencia de que su independencia, en la forma en que se produjo, no era conforme con el Derecho internacional, lo que considera con buen criterio que se añade el miedo al efecto contagio. Contagio que, cabe añadir, ya se ha producido, pues Rusia tomó buena nota de ese hecho para hacer lo mismo mutatis mutandis en Abjazia y Osetia del Sur, en Crimea y en las repúblicas del Donbás, también en clara violación del derecho internacional. De aquellos polvos estos lodos, algo que occidente no pensó con sosiego, lo que también debiera ser una lección de la situación. Kósovo es, desde otra perspectiva, objeto de análisis por Antón Nrecaj, sobre las políticas sociales y las instituciones

El resto de los artículos abordan análisis importantes para seguir avanzando poco a poco en la solución, mediante medidas que van abordando cuestiones concretas de mejora de la situación. Así, Nemanja Brobnjah, de la revista Novi Plamen de Serbia, analiza la educación y la alfabetización como espejo del desarrollo social de Bosnia y Herzegovina; Jelena Marín, consultora independiente de la Unión Europea, aborda el estudio de un programa de empleo para mujeres en Croacia y de los efectos positivos que tiene en la reconstrucción de una sociedad profundamente dividida.

Milos Perovic, director ejecutivo de Alfa Centre en Montenegro, y Sonja Licht, Presidente

de la Foundation BFPE for a Responsible Society, en Belgrado, exponen los problemas de esos respectivos países, que tienen como sueño la integración en la UE, pero que necesitan ambos modificar y democratizer en profundidad sus sociedades para poder lograrlo.

 

Presentación Revista Tiempo de Paz 143

El Jueves 19 de Mayo de febrero a las 12:30 horas presentamos online ‘Público y privado en el nuevo papel del Estado’, número 143 de la revista Tiempo de Paz. 

Hacer la paz es difícil, una paz que va mucho más allá de detener la confrontación. Esta paz, supone retos en materia de desarrollo económico, reconocimiento de derechos civiles, reparación de víctimas y reconstrucción del tejido social.

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Revista Tiempo de Paz 143 | COLOMBIA: DESAFÍOS DE LA PAZ

Revista Tiempo de Paz 143 | COLOMBIA: DESAFÍOS DE LA PAZ

Número: 143
Periodo: Invierno 2021
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La revista Tiempo de Paz tiene una permanente preocupación por los problemas que para la paz la solidaridad y los derechos humanos hay en el mundo y, especialmente, en América Latina. En el Consejo de Redacción América Latina es una región que siempre se tiene en cuenta, desde la perspectiva de los valores y de su evolución en derechos humanos y democracia. Reflexionar sobre Colombia no es sin embargo algo repetitivo porque constituye un caso test, una especie de laboratorio que permite abordar cuestiones actuales y distintas. Durante más de medio siglo el conflicto armado fue un elemento especialmente relevante. Pero el Tratado de Paz entre las FARC (Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia) y el gobierno colombiano de hace un quinquenio generó una dinámica pero no ha solventado todos los problemas

En muchos conflictos internacionales entre Estados un tratado de paz supone una mutación de la situación, porque la voluntad de las partes es la que ha erradicado la violencia. Pero en situaciones como las de Colombia la paz no deriva de uno o varios actos jurídicos sino que constituye en verdad un proceso continuo en el tiempo, mediante el cual se pueda contribuir a transformar los factores presentes para cambiar la situación de una sociedad.

 

 

Así, en Colombia junto a la guerrilla de las FARC había y hay otras guerrillas y otros procesos, a los que se añaden fenómenos como el narcotráfico, el uso de la violencia por parte de algunos terratenientes, la derivada de la criminalidad organizada o del propio Estado. Y a ello se añaden otros factores estructurales como una desigualdad muy elevada, un número enorme de población desplazada y otros problemas como los relativos a la desposesión de la tierra, las violaciones de derechos humanos, la existencia de grandes capas de la población en situación vulnerable, las víctimas de violencia sexual, o el hostigamiento incluso asesinato de líderes sociales. Además, la situación en Colombia produjo muchas victimas cuyo recuerdo y reparación constituye asimismo otro desafío importante. En definitiva la existencia de un gran reto para la paz en Colombia junto a un escenario cambiante necesitado de análisis es lo que llevó a elegir el tema.

Para analizar todo esto se buscó a una especialista como Érika Rodríguez Pinzón, profesora de la Facultad de ciencias políticas y sociología de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora de América Latina en la Fundación Alternativas, que ha hecho una labor excelente contribuyendo a este número con una mirada que parte ya de un balance serio y riguroso sobre el Acuerdo de Paz, dado que a los retos del mismo se han añadido otros como la pandemia o la sensación de frustración en la aplicación del mismo. El número realiza un balance de los cinco años transcurridos pero también propone un esfuerzo prospectivo para ver hacia dónde va y debiera ir Colombia. Erika R. Pinzón pone de relieve en su estudio tanto las dificultades de voluntad política y percepción social como que la paz no solo es la ausencia de guerra sino que debe llevar a afrontar retos en desarrollo económico, reconocimiento de derechos civiles, reparación de víctimas y reconstrucción del tejido social.

El post conflicto está por ello rodeado de desafíos que la lectura de este número contribuye a desentrañar. El Índice responde a una sistemática que parte del conocimiento de los elementos básicos del Acuerdo de Paz y de la situación en Colombia, por lo que va directamente al análisis y perspectiva de algunos problemas generales y particulares que permiten abordar dimensiones originales.

El trabajo realizado por Gerardo Vega, de la Fundación Forjando Futuros, considera que el gran problema del conflicto tiene que ver con la tierra y aunque la ley de víctimas y reparación de tierra pretendía afrontarlo, llega a la conclusión de que no hay voluntad política para su aplicación. Otra cuestión clave para la paz es el acceso a la justicia en el postconflicto colombiano, que profundiza el profesor de la Universidad de Extremadura y del Externado de Colombia, Marcos Criado de Diego, que considera que mejorar el acceso a mecanismos de resolución de conflictos constituye una garantía esencial para la no repetición del conflicto. Y hay otros problemas de la Justicia especial para la paz, que analiza, en general, algo muy difícil para las víctimas en territorios rurales sin presencia institucional. En la misma línea de reflexión es destacable el análisis de Adriana Rudling, investigadora del Michelsen Institute (Bergen, Noruega), al analizar los problemas de aplicación de las recomendaciones de la comisión para el esclarecimiento de la verdad, coexistencia y no repetición en Colombia como garantía para el futuro.

En este sentido uno de los grupos que han sufrido el conflicto y el postconflicto, por tener una discriminación secular y una situación vulnerable son los pueblos indígenas. El estudio de Laura Rojas y Freddy Ordoñez aborda las violaciones de los derechos del pueblo Siona. A su juicio el Acuerdo de Paz es una oportunidad para garantizar sus derechos en tanto que víctimas. Julia Garrido y Penélope Berlamas consideran la importancia de las mujeres en un proceso de paz con justicia social y de género. Analizan la importancia de las alianzas feministas, que también contribuyen al apoyo de la comunidad internacional al proceso de paz, que es tan importante.

A pesar de la importancia del apoyo internacional, no cabe ocultar, nos dice Miguel Gomis (Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana) las dificultades en la aplicación del acuerdo, así como la continuidad de una violencia política (especialmente de desmovilizados y liderazgos alternativos), una polarización y una represión en las movilizaciones sociales. También pone de relieve un declive en el apoyo internacional al proceso de paz, especialmente de la Unión Europea.

Los artículos finales de este número abordan cuestiones muy específicas, pero que ponen la luz en problemas muy importantes para la paz. De un lado la cuestión de la desigualdad que lleva a las juristas Sara Caicedo y Diana Guarnizo a abordar el ingreso solidario en Colombia desde los derechos. El denominado Programa de ingreso solidario, que es objeto de estudio desde su marco normativo, de los debates existentes y de los avances para la reducción de la pobreza y de las dificultades derivadas de su sostenibilidad y del monto que se dedica al mismo. La profesora de la Pontificia Universidad Javeriana, Carolina Cepeda aborda un estudio sobre los importantes cambios en los repertorios de protesta, la base de movilización social y su incidencia en la situación actual. También se presenta en una perspectiva “optimista” el análisis que realizan Claudia Dulce y Ángel Melguizo, de la Universidad del Rosario, sobre los jóvenes y la movilización social en Colombia, que analizan los problemas de Colombia desde la visión de los jóvenes, a partir de una encuesta realizada por esa universidad. A juicio de este sector de la población serían la corrupción (principal problema del país), la situación económica y el desempleo los principales problemas de los jóvenes. Hacia el futuro debiera realizarse, indican, un nuevo contrato social en Colombia, con una mayor movilización de los jóvenes en los problemas generales. Finalmente Catalina Gil Pinzón y Catalina Niño Guarnizo abordan cómo debiera realizarse una necesaria reforma de la policía

En definitiva este número da una visión prospectiva de la situación en Colombia y es un análisis crítico de las dificultades de implementación del acuerdo, en el denominado post conflicto colombiano, que contribuye tanto a identificar problemas como a abrir vías de desarrollo futuro, por lo que es una aportación novedosa y original al estudio de Colombia que abre una ventana de esperanza a un futuro mejor en la región en los próximos años, a pesar de los dificultades existentes desde hace décadas.

 

Esperanza para Colombia

Colombianos votando en el referéndum

Paz en Colombia después de 50 años de conflicto armado
Paquita Sauquillo, presidenta de Fundipax-Iniciativas para la Paz

El pasado 26 de septiembre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC firmaron un acuerdo de paz histórico para poner fin a medio siglo de guerra que ha costado más de 250.000 muertes y centenares de miles de desplazados y damnificados. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos y el líder de la guerrilla, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, se estrecharon las manos ante mandatarios de todo el mundo para sellar la paz, a falta de un referéndum en el que se sometería a los ciudadanos colombianos los términos del acuerdo para su ratificación.

En el referéndum, a pesar de que las encuestas indicaban que el acuerdo sería apoyado por la población, los ciudadanos votaron “no” por un margen muy escaso, arrojando dudas sobre la continuidad de la paz. El «sí» habría allanado el camino para poner fin a más de medio siglo de combates entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Sin embargo, poco más de la mitad (50,21 por ciento) de los que emitieron su voto el domingo votaron «no» a la pregunta: «¿Apoya el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?»

Durante las horas siguientes a la verificación de los resultados del referéndum, tanto el Gobierno Colombiano como las FARC hicieron llamamientos a la calma, e insistieron en que el alto el fuego firmado en junio se mantendría, por lo menos, hasta el 31 de octubre, lo que provocó inquietud y la inevitable pregunta ¿y después, qué?

El apoyo, sin embargo, y el reconocimiento a los esfuerzos para alcanzar la paz llegó desde la Academia Sueca, que premió pocos días después al presidente colombiano Juan Manuel Santos con el Nobel de la Paz, lo que se considera un apoyo inequívoco a los esfuerzos para hacer que la paz sea una realidad. Si se logra, se pondrá fin al conflicto más largo de América. Las bases para lograrlo están puestas y parece que ambas partes están dispuestas a recorrer ese camino.

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