
Revista Tiempo de Paz 157 | UNA NUEVA AGENDA DE PAZ EN EUROPA Y ESPAÑA
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Revista Tiempo de Paz 157 | Una nueva agenda de paz en españa y en europa
Naciones Unidas se crearon hace 80 años bajo el valor de la paz. Después de dos guerras mundiales, de que el flagelo de la guerra hubiese pasado en tan poco tiempo por toda la humanidad, se puso en primer plano el sueño kantiano de la paz a través del derecho, que se refleja en el capítulo VII de la Carta y en el artículo 2.4. De un lado, la prohibición de usar o amenazar con el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. A partir de entonces usar la fuerza constituye un acto de agresión, del que nace la responsabilidad penal internacional individual, es un crimen de agresión, en cuyo seno se cometen además crímenes de guerra, cuando no de otro tipo. Desde entonces, salvo que concurran causas que excluyen la ilicitud, como la legítima defensa o la autorización del Consejo de Seguridad, no cabe el uso de la fuerza. De otro lado, el sistema de seguridad colectiva prevé la reacción de la comunidad internacional cuando se utiliza la fuerza, lo que exige el consenso de los cinco grandes.
En estos momentos el sistema está bloqueado pues Rusia, garante de la paz, agredió a Ucrania, lo que ha roto todos los consensos, que ya se habían incumplido en casos anteriores. Además, la agresión rusa es para conquistar territorios, para expandirse, lo que también es contrario a otros principios del derecho internacional. El valor de la paz está así pues en horas bajas. La paz, la dignidad y la solidaridad son tres de los grandes valores de la Comunidad internacional, en formación, junto a otros más consolidados como la soberanía, la igualdad y la no intervención.
La crisis de este valor hizo que el Consejo de Redacción de la revista reflexionase sobre la necesidad de intentar cambiar el rumbo y de pensar mejor en cómo construir la paz, con ideas innovadoras y cuál podría ser la contribución de España o de Europa.
Tanto en Europa como en Estados Unidos, como por lo demás en Rusia, China y en otros lares, suenan tambores de guerra, el rearme parece lo único que puede dar aliento al futuro para garantizar la seguridad. Si quieres la paz prepara la guerra, desde una visión clásica (si vis pace para bellum), ampliamente extendida. Pero la historia ha demostrado que esa visión no es perfecta pues, a veces esa posición lleva a no preparar la paz, sino solo a prepararse para un conflicto. Creemos que una cosa no quita la otra.
Incluso los Estados neutrales pueden tener ejércitos y defensa que les sean necesarios, pero su óptica es la de intentar contribuir a la paz desde la neutralidad, la imparcialidad, el no abonar los conflictos ni contribuir a reforzar a los beligerantes. La neutralidad, desgraciadamente ha pasado de moda, está en desuso, buena prueba de la crisis del valor de la paz. Países tradicionalmente neutrales como Suecia o Finlandia han dejado de serlo ante el temor a ser invadidos por Rusia.
En las décadas que vienen, el mundo puede intentar construir la paz o alejarse de este objetivo, y en Tiempo de paz pensamos que es mejor lo primero. Hay que intentar dar algunas ideas que complementen la agenda del rearme, que al menos pongan de relieve que no es la única hoja de ruta posible. Creemos que hay que construir cultura de paz y hacer ideas, para lo cual las dos coordinadoras Marta Igleesias y Jimena Montes, han hecho un buen trabajo. Estamos ante ideas tal vez utópicas en ocasiones, pero la utopía no siempre es imposible, sino que señala un horizonte al que podemos dirigirnos.
Naciones Unidas se crearon hace 80 años bajo el valor de la paz. Después de dos guerras mundiales, de que el flagelo de la guerra hubiese pasado en tan poco tiempo por toda la humanidad, se puso en primer plano el sueño kantiano de la paz a través del derecho, que se refleja en el capítulo VII de la Carta y en el artículo 2.4. De un lado, la prohibición de usar o amenazar con el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. A partir de entonces usar la fuerza constituye un acto de agresión, del que nace la responsabilidad penal internacional individual, es un crimen de agresión, en cuyo seno se cometen además crímenes de guerra, cuando no de otro tipo. Desde entonces, salvo que concurran causas que excluyen la ilicitud, como la legítima defensa o la autorización del Consejo de Seguridad, no cabe el uso de la fuerza. De otro lado, el sistema de seguridad colectiva prevé la reacción de la comunidad internacional cuando se utiliza la fuerza, lo que exige el consenso de los cinco grandes.
En estos momentos el sistema está bloqueado pues Rusia, garante de la paz, agredió a Ucrania, lo que ha roto todos los consensos, que ya se habían incumplido en casos anteriores. Además, la agresión rusa es para conquistar territorios, para expandirse, lo que también es contrario a otros principios del derecho internacional. El valor de la paz está así pues en horas bajas. La paz, la dignidad y la solidaridad son tres de los grandes valores de la Comunidad internacional, en formación, junto a otros más consolidados como la soberanía, la igualdad y la no intervención.
La crisis de este valor hizo que el Consejo de Redacción de la revista reflexionase sobre la necesidad de intentar cambiar el rumbo y de pensar mejor en cómo construir la paz, con ideas innovadoras y cuál podría ser la contribución de España o de Europa.
Tanto en Europa como en Estados Unidos, como por lo demás en Rusia, China y en otros lares, suenan tambores de guerra, el rearme parece lo único que puede dar aliento al futuro para garantizar la seguridad. Si quieres la paz prepara la guerra, desde una visión clásica (si vis pace para bellum), ampliamente extendida. Pero la historia ha demostrado que esa visión no es perfecta pues, a veces esa posición lleva a no preparar la paz, sino solo a prepararse para un conflicto. Creemos que una cosa no quita la otra.
Incluso los Estados neutrales pueden tener ejércitos y defensa que les sean necesarios, pero su óptica es la de intentar contribuir a la paz desde la neutralidad, la imparcialidad, el no abonar los conflictos ni contribuir a reforzar a los beligerantes. La neutralidad, desgraciadamente ha pasado de moda, está en desuso, buena prueba de la crisis del valor de la paz. Países tradicionalmente neutrales como Suecia o Finlandia han dejado de serlo ante el temor a ser invadidos por Rusia.
En las décadas que vienen, el mundo puede intentar construir la paz o alejarse de este objetivo, y en Tiempo de paz pensamos que es mejor lo primero. Hay que intentar dar algunas ideas que complementen la agenda del rearme, que al menos pongan de relieve que no es la única hoja de ruta posible. Creemos que hay que construir cultura de paz y hacer ideas, para lo cual las dos coordinadoras Marta Igleesias y Jimena Montes, han hecho un buen trabajo. Estamos ante ideas tal vez utópicas en ocasiones, pero la utopía no siempre es imposible, sino que señala un horizonte al que podemos dirigirnos.
Solo estableciendo un objetivo se pueden hacer avances hacia el mismo. En esta línea, el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero realiza un excelente análisis de la situación, partiendo del sueño de la ONU y de cómo se ha llegado al momento presente. Propone recuperar el espíritu fundacional y superar las debilidades de la gobernanza actual. Su diagnóstico es que las caídas de los Imperios tienen consecuencias sistémicas difíciles de predecir que, mientras se producen, colocan al mundo en transición. En esta situación, propone con buen juicio presentar la ONU y abrir un debate de reforma, teniendo en cuenta la necesidad de reforzar el papel de la UE.
Manuel de la Rocha, presidente del Movimiento por la Paz, insiste en la importancia de que la UE tome el camino de la paz, y a pesar de las exigencias del presidente norteamericano, Donald Trump, cambie su perspectiva de rearme por la de seguridad compartida, que hace 40 años enarboló el presidente sueco Olof Palme. El rearme no haría sino dividir la voluntad y la acción de los Estados que componen la UE, en lugar de lograr una estrategia común que les diera fuerza.
Sobre la necesidad de Europa destaca el análisis de Sanam Naraghi, fundadora y presidenta ejecutiva de ICAM, para quien, para rehacer Europa y pensar una Europa cohesionada, hay que mirar al pasado para proyectarse hacia el futuro. Aprender del pasado puede hacer cambiar la dinámica actual para no repetir los mismos errores. También del pasado podemos inspirarnos en viejos modelos como el de Olof Palme, profeta en su tierra, Suecia, que analiza brillantemente Emilio Menéndez del Valle, embajador. Palme persiguió en sus dos mandatos y en su vida poner en práctica la cultura de paz, lo que constituye una agenda multidimensional que lleva a promover los derechos humanos y la solidaridad, en una permanente tensión entre realidad y sueño, entre idea y hecho práctico, como indica Emilio Menéndez.
El catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Giménez Romero, expone en profundidad las motivaciones que en los momentos actuales nos exigen trabajar por la Paz, o, dicho de otro modo, los retos globales que nos desafían y que son extremadamente peligrosos para la humanidad y para el planeta. A continuación, y completándolos, enumera los Principios por los cuales estamos obligados a esa acción, en coherencia y fundamentación de esa tarea: la no violencia, la gestión dialogada y participativa de los problemas, los avances en justicia social y el cuidado del planeta.
Este número pretende poner de manifiesto nuevas ideas para construir la paz. Tal vez no puedan ser una alternativa completa a la situación bélica actual, pero plantar estas semillas hoy puede permitir que las futuras generaciones no repitan errores.
La sociedad civil es sin duda en esto un motor de transformación necesario. En esta línea, Carmen Magallón, presidenta de la Fundación Seminario de investigación para la paz recuerda los orígenes de la idea en 1984, en Zaragoza, impulsada por Jesús María Alemany y José Luis Batalla, desde el Centro Pignatelli de la Compañía de Jesús. Este seminario, en realidad un verdadero Instituto de pensamiento e investigación viene desde hace cuarenta años impulsando las reflexiones sobre la paz positiva, la cultura de paz, la gobernanza y el multilateralismo. Y propone la idea de crear un Consejo de Paz para la Agenda española, de manera similar al Consejo de Cooperación actualmente existente.
Un grupo de dirigentes de la organización Acción por la Solidaridad, encabezados por Cristina Muñoz, avisa de que una política exterior feminista no es suficiente: se necesitan instrumentos eficaces, coherentes y capaces de transformar el medio en que se actúa. Y propone que el III Plan de Acción sobre Mujer, Paz y Seguridad, actualmente en fase de elaboración, debe convertirse en ese instrumento principal, dotando a la política exterior feminista de contenidos concretos, mecanismos de rendición de cuentas y presupuestos reales.
En esta línea Jusaima Moaid-Azn Peregrina, profesora de derecho internacional de la universidad de Granada, analiza las resoluciones 2250, 2419 y 2535 del Consejo de Seguridad y su implementación en España. Propone que se impulse un plan que tenga en cuenta la Agenda Juventud, paz y seguridad, lo que podría permitir un giro del discurso, que contribuya a cambiar las cosas. Al in y al cabo debemos reconocer que las personas jóvenes son agentes esenciales en la construcción de paz sostenible.
La paz se construye desde la sociedad, pero también desde políticas púbicas, en particular de manera innovadora por las políticas culturales, como analiza Maider Maraña, presidenta de la Fundación Baketik. Aborda la cultura como un espacio en el que se elaboran memorias, se expresa el sufrimiento y se ensayan formas de convivencia más justa. Se proponen políticas culturales comprometidas con la paz que reconozcan la diversidad, garanticen un acceso equitativo y acompañen a los artistas en su labor transformadora. Finalmente, de manera no menos interesante e innovadora se propone que para una agenda para la paz es necesario reforzar el papel de la mujer, pero también de la juventud.
El artículo que firman Marta Iglesias y Jimena Montes, ambas del Movimiento por la Paz-MPDL- y coordinadoras de este número, propone aprovechar la oportunidad que tiene la Cooperación Española de utilizar este momento de reforma para actualizar la Estrategia de Construcción de Paz y convertirla en una Estrategia de Promoción de la Paz, que tenga un enfoque más holístico y se convierta en un verdadero enfoque transversal a toda la Cooperación Española.
Nadie piensa ni defiende la guerra, por lo que hay que ver cómo hacer para eliminar los factores que nos llevan a ella. De un lado desde lo pequeño, lo local, lo municipal, destacaría las propuestas e ideas de Ana Barrero Tiscar, Directora de la Fundación Cultura de paz y presidenta de la Asociación Española de Investigación para la paz, que aborda el papel de las ciudades y de los gobiernos locales y regionales. En 2017 se celebró en Madrid, a iniciativa de la alcaldesa Manuela Carmena, una agenda local para la paz. Desde ahí se puede hacer planes, como propone la autora, para la construcción de paz desde ciudades y territorios y para hacer políticas públicas de paz municipales.
Luca Gervasoni, director del instituto Novact de Noviolencia, denuncia el enorme incremento del gasto militar, causado por el miedo, principal desencadenante de las guerras. Sin embargo, hay estados que, como Kenya, Noruega, Suiza, Suecia o Alemania, han llevado a cabo, y siguen desarrollado, relevantes políticas de paz con resultados importantes. En Cataluña, la Generalitat ha anunciado su compromiso de celebrar un Fórum Catalán por la Paz, con el propósito manifiesto de implementar el mandato de la Nueva Agenda de Paz y el Pacto del Futuro.
Este número nos da esperanzas y proporciona ideas para conseguir que una nueva política de Paz pueda sustituir al ambiente de guerra que estamos viviendo en estos tiempos. Tiempo de Paz quiere contribuir a ese horizonte, que otros países y lugares ya han intentado, y reunir esfuerzos en esa misma dirección.