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Revista Tiempo de Paz 157 | UNA NUEVA AGENDA DE PAZ EN EUROPA Y ESPAÑA

Revista Tiempo de Paz 157 | Una nueva agenda de paz en españa y en europa

Número: 157
Periodo: verano 2025

Naciones Unidas se crearon hace 80 años bajo el valor de la paz. Después de dos guerras mundiales, de que el flagelo de la guerra hubiese pasado en tan poco tiempo por toda la humanidad, se puso en primer plano el sueño kantiano de la paz a través del derecho, que se refleja en el capítulo VII de la Carta y en el artículo 2.4. De un lado, la prohibición de usar o amenazar con el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. A partir de entonces usar la fuerza constituye un acto de agresión, del que nace la responsabilidad penal internacional individual, es un crimen de agresión, en cuyo seno se cometen además crímenes de guerra, cuando no de otro tipo. Desde entonces, salvo que concurran causas que excluyen la ilicitud, como la legítima defensa o la autorización del Consejo de Seguridad, no cabe el uso de la fuerza. De otro lado, el sistema de seguridad colectiva prevé la reacción de la comunidad internacional cuando se utiliza la fuerza, lo que exige el consenso de los cinco grandes.

 

 

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En estos momentos el sistema está bloqueado pues Rusia, garante de la paz, agredió a Ucrania, lo que ha roto todos los consensos, que ya se habían incumplido en casos anteriores. Además, la agresión rusa es para conquistar territorios, para expandirse, lo que también es contrario a otros principios del derecho internacional. El valor de la paz está así pues en horas bajas. La paz, la dignidad y la solidaridad son tres de los grandes valores de la Comunidad internacional, en formación, junto a otros más consolidados como la soberanía, la igualdad y la no intervención.

La crisis de este valor hizo que el Consejo de Redacción de la revista reflexionase sobre la necesidad de intentar cambiar el rumbo y de pensar mejor en cómo construir la paz, con ideas innovadoras y cuál podría ser la contribución de España o de Europa.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, como por lo demás en Rusia, China y en otros lares, suenan tambores de guerra, el rearme parece lo único que puede dar aliento al futuro para garantizar la seguridad. Si quieres la paz prepara la guerra, desde una visión clásica (si vis pace para bellum), ampliamente extendida. Pero la historia ha demostrado que esa visión no es perfecta pues, a veces esa posición lleva a no preparar la paz, sino solo a prepararse para un conflicto. Creemos que una cosa no quita la otra.

Incluso los Estados neutrales pueden tener ejércitos y defensa que les sean necesarios, pero su óptica es la de intentar contribuir a la paz desde la neutralidad, la imparcialidad, el no abonar los conflictos ni contribuir a reforzar a los beligerantes. La neutralidad, desgraciadamente ha pasado de moda, está en desuso, buena prueba de la crisis del valor de la paz. Países tradicionalmente neutrales como Suecia o Finlandia han dejado de serlo ante el temor a ser invadidos por Rusia.

En las décadas que vienen, el mundo puede intentar construir la paz o alejarse de este objetivo, y en Tiempo de paz pensamos que es mejor lo primero. Hay que intentar dar algunas ideas que complementen la agenda del rearme, que al menos pongan de relieve que no es la única hoja de ruta posible. Creemos que hay que construir cultura de paz y hacer ideas, para lo cual las dos coordinadoras Marta Igleesias y Jimena Montes, han hecho un buen trabajo. Estamos ante ideas tal vez utópicas en ocasiones, pero la utopía no siempre es imposible, sino que señala un horizonte al que podemos dirigirnos.

Naciones Unidas se crearon hace 80 años bajo el valor de la paz. Después de dos guerras mundiales, de que el flagelo de la guerra hubiese pasado en tan poco tiempo por toda la humanidad, se puso en primer plano el sueño kantiano de la paz a través del derecho, que se refleja en el capítulo VII de la Carta y en el artículo 2.4. De un lado, la prohibición de usar o amenazar con el uso de la fuerza en las relaciones internacionales. A partir de entonces usar la fuerza constituye un acto de agresión, del que nace la responsabilidad penal internacional individual, es un crimen de agresión, en cuyo seno se cometen además crímenes de guerra, cuando no de otro tipo. Desde entonces, salvo que concurran causas que excluyen la ilicitud, como la legítima defensa o la autorización del Consejo de Seguridad, no cabe el uso de la fuerza. De otro lado, el sistema de seguridad colectiva prevé la reacción de la comunidad internacional cuando se utiliza la fuerza, lo que exige el consenso de los cinco grandes.

En estos momentos el sistema está bloqueado pues Rusia, garante de la paz, agredió a Ucrania, lo que ha roto todos los consensos, que ya se habían incumplido en casos anteriores. Además, la agresión rusa es para conquistar territorios, para expandirse, lo que también es contrario a otros principios del derecho internacional. El valor de la paz está así pues en horas bajas. La paz, la dignidad y la solidaridad son tres de los grandes valores de la Comunidad internacional, en formación, junto a otros más consolidados como la soberanía, la igualdad y la no intervención.

La crisis de este valor hizo que el Consejo de Redacción de la revista reflexionase sobre la necesidad de intentar cambiar el rumbo y de pensar mejor en cómo construir la paz, con ideas innovadoras y cuál podría ser la contribución de España o de Europa.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, como por lo demás en Rusia, China y en otros lares, suenan tambores de guerra, el rearme parece lo único que puede dar aliento al futuro para garantizar la seguridad. Si quieres la paz prepara la guerra, desde una visión clásica (si vis pace para bellum), ampliamente extendida. Pero la historia ha demostrado que esa visión no es perfecta pues, a veces esa posición lleva a no preparar la paz, sino solo a prepararse para un conflicto. Creemos que una cosa no quita la otra.

Incluso los Estados neutrales pueden tener ejércitos y defensa que les sean necesarios, pero su óptica es la de intentar contribuir a la paz desde la neutralidad, la imparcialidad, el no abonar los conflictos ni contribuir a reforzar a los beligerantes. La neutralidad, desgraciadamente ha pasado de moda, está en desuso, buena prueba de la crisis del valor de la paz. Países tradicionalmente neutrales como Suecia o Finlandia han dejado de serlo ante el temor a ser invadidos por Rusia.

En las décadas que vienen, el mundo puede intentar construir la paz o alejarse de este objetivo, y en Tiempo de paz pensamos que es mejor lo primero. Hay que intentar dar algunas ideas que complementen la agenda del rearme, que al menos pongan de relieve que no es la única hoja de ruta posible. Creemos que hay que construir cultura de paz y hacer ideas, para lo cual las dos coordinadoras Marta Igleesias y Jimena Montes, han hecho un buen trabajo. Estamos ante ideas tal vez utópicas en ocasiones, pero la utopía no siempre es imposible, sino que señala un horizonte al que podemos dirigirnos.

Solo estableciendo un objetivo se pueden hacer avances hacia el mismo. En esta línea, el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero realiza un excelente análisis de la situación, partiendo del sueño de la ONU y de cómo se ha llegado al momento presente. Propone recuperar el espíritu fundacional y superar las debilidades de la gobernanza actual. Su diagnóstico es que las caídas de los Imperios tienen consecuencias sistémicas difíciles de predecir que, mientras se producen, colocan al mundo en transición. En esta situación, propone con buen juicio presentar la ONU y abrir un debate de reforma, teniendo en cuenta la necesidad de reforzar el papel de la UE.

Manuel de la Rocha, presidente del Movimiento por la Paz, insiste en la importancia de que la UE tome el camino de la paz, y a pesar de las exigencias del presidente norteamericano, Donald Trump, cambie su perspectiva de rearme por la de seguridad compartida, que hace 40 años enarboló el presidente sueco Olof Palme. El rearme no haría sino dividir la voluntad y la acción de los Estados que componen la UE, en lugar de lograr una estrategia común que les diera fuerza.

Sobre la necesidad de Europa destaca el análisis de Sanam Naraghi, fundadora y presidenta ejecutiva de ICAM, para quien, para rehacer Europa y pensar una Europa cohesionada, hay que mirar al pasado para proyectarse hacia el futuro. Aprender del pasado puede hacer cambiar la dinámica actual para no repetir los mismos errores. También del pasado podemos inspirarnos en viejos modelos como el de Olof Palme, profeta en su tierra, Suecia, que analiza brillantemente Emilio Menéndez del Valle, embajador. Palme persiguió en sus dos mandatos y en su vida poner en práctica la cultura de paz, lo que constituye una agenda multidimensional que lleva a promover los derechos humanos y la solidaridad, en una permanente tensión entre realidad y sueño, entre idea y hecho práctico, como indica Emilio Menéndez.

El catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Giménez Romero, expone en profundidad las motivaciones que en los momentos actuales nos exigen trabajar por la Paz, o, dicho de otro modo, los retos globales que nos desafían y que son extremadamente peligrosos para la humanidad y para el planeta. A continuación, y completándolos, enumera los Principios por los cuales estamos obligados a esa acción, en coherencia y fundamentación de esa tarea: la no violencia, la gestión dialogada y participativa de los problemas, los avances en justicia social y el cuidado del planeta.

Este número pretende poner de manifiesto nuevas ideas para construir la paz. Tal vez no puedan ser una alternativa completa a la situación bélica actual, pero plantar estas semillas hoy puede permitir que las futuras generaciones no repitan errores.

La sociedad civil es sin duda en esto un motor de transformación necesario. En esta línea, Carmen Magallón, presidenta de la Fundación Seminario de investigación para la paz recuerda los orígenes de la idea en 1984, en Zaragoza, impulsada por Jesús María Alemany y José Luis Batalla, desde el Centro Pignatelli de la Compañía de Jesús. Este seminario, en realidad un verdadero Instituto de pensamiento e investigación viene desde hace cuarenta años impulsando las reflexiones sobre la paz positiva, la cultura de paz, la gobernanza y el multilateralismo. Y propone la idea de crear un Consejo de Paz para la Agenda española, de manera similar al Consejo de Cooperación actualmente existente.

Un grupo de dirigentes de la organización Acción por la Solidaridad, encabezados por Cristina Muñoz, avisa de que una política exterior feminista no es suficiente: se necesitan instrumentos eficaces, coherentes y capaces de transformar el medio en que se actúa. Y propone que el III Plan de Acción sobre Mujer, Paz y Seguridad, actualmente en fase de elaboración, debe convertirse en ese instrumento principal, dotando a la política exterior feminista de contenidos concretos, mecanismos de rendición de cuentas y presupuestos reales.

En esta línea Jusaima Moaid-Azn Peregrina, profesora de derecho internacional de la universidad de Granada, analiza las resoluciones 2250, 2419 y 2535 del Consejo de Seguridad y su implementación en España. Propone que se impulse un plan que tenga en cuenta la Agenda Juventud, paz y seguridad, lo que podría permitir un giro del discurso, que contribuya a cambiar las cosas. Al in y al cabo debemos reconocer que las personas jóvenes son agentes esenciales en la construcción de paz sostenible.

La paz se construye desde la sociedad, pero también desde políticas púbicas, en particular de manera innovadora por las políticas culturales, como analiza Maider Maraña, presidenta de la Fundación Baketik. Aborda la cultura como un espacio en el que se elaboran memorias, se expresa el sufrimiento y se ensayan formas de convivencia más justa. Se proponen políticas culturales comprometidas con la paz que reconozcan la diversidad, garanticen un acceso equitativo y acompañen a los artistas en su labor transformadora. Finalmente, de manera no menos interesante e innovadora se propone que para una agenda para la paz es necesario reforzar el papel de la mujer, pero también de la juventud.

El artículo que firman Marta Iglesias y Jimena Montes, ambas del Movimiento por la Paz-MPDL- y coordinadoras de este número, propone aprovechar la oportunidad que tiene la Cooperación Española de utilizar este momento de reforma para actualizar la Estrategia de Construcción de Paz y convertirla en una Estrategia de Promoción de la Paz, que tenga un enfoque más holístico y se convierta en un verdadero enfoque transversal a toda la Cooperación Española.

Nadie piensa ni defiende la guerra, por lo que hay que ver cómo hacer para eliminar los factores que nos llevan a ella. De un lado desde lo pequeño, lo local, lo municipal, destacaría las propuestas e ideas de Ana Barrero Tiscar, Directora de la Fundación Cultura de paz y presidenta de la Asociación Española de Investigación para la paz, que aborda el papel de las ciudades y de los gobiernos locales y regionales. En 2017 se celebró en Madrid, a iniciativa de la alcaldesa Manuela Carmena, una agenda local para la paz. Desde ahí se puede hacer planes, como propone la autora, para la construcción de paz desde ciudades y territorios y para hacer políticas públicas de paz municipales.

Luca Gervasoni, director del instituto Novact de Noviolencia, denuncia el enorme incremento del gasto militar, causado por el miedo, principal desencadenante de las guerras. Sin embargo, hay estados que, como Kenya, Noruega, Suiza, Suecia o Alemania, han llevado a cabo, y siguen desarrollado, relevantes políticas de paz con resultados importantes.  En Cataluña, la Generalitat ha anunciado su compromiso de celebrar un Fórum Catalán por la Paz, con el propósito manifiesto de implementar el mandato de la Nueva Agenda de Paz y el Pacto del Futuro.

Este número nos da esperanzas y proporciona ideas para conseguir que una nueva política de Paz pueda sustituir al ambiente de guerra que estamos viviendo en estos tiempos. Tiempo de Paz quiere contribuir a ese horizonte, que otros países y lugares ya han intentado, y reunir esfuerzos en esa misma dirección.

 

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Presentación de «Hacia un mundo libre de armas nucleares», número 156 Revista Tiempo de Paz

Este martes, 10 de Junio, se ha presentado el número 156 de la revista «Tiempo de Paz», titulado «Urgencia de Paz», en el Consejo General Abogacía Española (Paseo de Recoletos 13) en Madrid.

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Revista Tiempo de Paz 156 | Hacia un mundo libre de armas nucleares

Revista Tiempo de Paz 156 | Hacia un mundo libre de armas nucleares

Número: 156
Periodo: Primavera 2025

No cabe dudar del incalculable daño que causaría una guerra nuclear, pues como arma de destrucción masiva no solo afectaría a objetivos militares sino que probablemente conduciría a la autodestrucción de la Humanidad. Solo se ha utilizado en Hiroshima y Nagasaki y tanto los datos que tenemos como los supervivientes dan testimonio de las nefastas consecuencias. En este número publicamos la vivencia de uno de ellos, Tanaka Shigemitsu, niño en 1945, cuyo relato, publicado en español y en japonés, es conmovedor. Tuvo la suerte de no perecer junto a otros 38.000 niños en aquella terrible atrocidad. Las bombas tuvieron un impacto mayor en la población infantil, como analiza Tim Wright, pues el efecto de la explosión nuclear es más lesivo en este sector de la población.

 

 

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Este número aborda la cuestión del arma nuclear hoy, teniendo en cuenta las ocho décadas bajo las cuales la Comunidad internacional ha vivido con esta amenaza. Se eligió este tema monográfico para el número por el Consejo de redacción por el incremento del riesgo de una guerra nuclear que se vive desde la guerra de Ucrania. Y, además, porque para esta revista ese riesgo ha estado muy presente desde su creación y hoy desgraciadamente resurge con fuerza. A ello se une que se está produciendo una degradación del marco normativo de contención del arma nuclear como resultado de la creciente confrontación internacional. Hoy es muy necesaria la reflexión ante la mayor amenaza existente para la supervivencia de la humanidad, en palabras de Aurora Bilbao, miembro de IPPNW, que analiza el riesgo de apocalipsis nuclear. En la historia solo se han lanzado dos bombas nucleares (Hiroshima y Nagasaki) pero existen 417 centrales nucleares y ha habido más de 2.000 ensayos nucleares. En tiempos recientes se está incrementando el gasto en armas nucleares, llegando a 91.400 millones de dólares en 2023, con un incremento del 13, 4%. El instrumento central para la erradicación de las armas es el reciente Tratado de prohibición de armas nucleares que, sin embargo, no ha sido firmado por ningún Estado poseedor de armas nucleares y que debiera constituir el elemento central para la abolición de las mismas. El coordinador de este número es Carlos Umaña, médico costarricense que dedica su vida a esta meta y al que agradecemos su buena disponibilidad y su colaboración entusiasta con Tiempo de Paz. Carlos Umaña recibió en 2017 el Premio Nobel de la Paz por ser el promotor de ICAN, la Campaña internacional para la abolición de las armas nucleares. Dejó la medicina hace años para dedicarse a alertar sobre el peligro nuclear y por la necesidad de su erradicación. Indica en su contribución que llevamos 80 años de confusión, admiración, secretismo, imposiciones y amenazas sobre el arma nuclear, que sobre todo es un símbolo de estatus y una amenaza. Fue uno de los grandes promotores del Tratado de prohibición de armas nucleares, que prohíbe a los Estados probar, producir, fabricar, transferir, poseer, almacenar, usar o amenazar con armas nucleares o que se estacionen en su territorio. A pesar de la luz que da este Tratado, vivimos en tiempos de deterioro normativo. Uno de los primeros pasos para ello, como indica el analista del Instituto español de estudios estratégicos, José Ignacio Castro Torres estuvo en la retirada de EEUU del Tratado sobre misiles antibalísticos, en 2002, tras los atentados del 11-S. En Europa, Rusia se retiró en 2019 del Tratado sobre fuerzas nucleares intermedias, cuyo objetivo era abolir misiles de emplazamiento terrestre con alcances entre 500 y 5.500 km; en 2020 EEUU abandonó el Tratado de cielos abiertos; también está en entredicho su continuidad en el Tratado de prohibición completa de ensayos nucleares.

EEUU debe tener, se calcula, al menos un centenar de armas nucleares (B61). En Rusia, la capacidad de destrucción es inmensa, pues tiene casi 6000 ojivas nucleares. La situación en Europa se está deteriorando como consecuencia también de la destrucción del sistema de seguridad regional. E igualmente en el plano internacional hay un deterioro del mapa geopolítico y jurídico de los tratados celebrados para acabar con el peligro nuclear, como analizan María José Cervell, catedrática de Derecho internacional de la Universidad de Murcia y Vicente Garrido, Profesor titular de relaciones internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Cervell realiza un mapeo de los Tratados de desarme nuclear, como el ya citado de 2017, Tratado de prohibición; el de 1968, Tratado de no proliferación de las armas nucleares, los Tratados sobre prohibición de realización de ensayos nucleares (de 1963 y de 1966), los tratados de creación de zonas libres de armas nucleares, en los diferentes continentes de América, Africa y Asia (Tlatelolco, 1967; Raratonga, 1985; Pelindaba, 1996; Banghok, 1995) o sobre determinados espacios como la Antártida o los fondos marinos (Tratados de 1959, 1971), la jurisprudencia de la Corte internacional de Justicia (1996) o los tratados de reducción de armas nucleares, en particular el Tratado Start. La conclusión a la que llega tras analizar este panorama jurídico es que ve muy lejano el fin del arma nuclear.

A ello se une la crisis del Tratado de no proliferación que desde los años setenta fue la piedra angular del régimen de no proliferación. Pero el TNP está en crisis como muestra la falta de articulación de los consensos necesarios en las últimas décadas. A juicio del profesor Garrido las principales causas son el estancamiento de la conferencia de desarme de Ginebra y la rivalidad entre los grandes actores, que se ha incrementado desde la guerra de Ucrania. De ahí que Rusia haya suspendido su participación en 2023 en el Tratado New Start, que expira en 2026, entre otras acciones a las que se han sumado Estados Unidos y otros actores, en la línea de deshilachar el régimen nuclear.

Estados Unidos también ha cesado los intercambios de datos nucleares, comportamiento que refleja un debilitamiento del Tratado en un momento en el que se está produciendo la dramática expansión nuclear de China, que está en la línea de convertirse en una potencia nuclear comparable de EEUU y a Rusia, al mismo tiempo que Pakistán e India mejoran sus fuerzas nucleares, al igual que Corea del Norte, entre otros países.

En este momento crítico, la Unión Europea está al borde de sumarse a la nueva carrera armamentística en ciernes y en profundizar en la disuasión nuclear como única forma de garantizar la seguridad cuando, en realidad, indica Célia Beckmann, eso solo incrementaría el riesgo de un conflicto catastrófico y desviaría el gasto de otros sectores como la lucha contra el cambio climático, la educación o la seguridad humana.

El analista del Instituto español de estudios estratégicos, José Ignacio Castro Torres considera que Europa debiera volver a un escenario de negociación. Lo cierto es que, sin embargo, las potencias nucleares, y otros países están optando por la disuasión más que por la contención o por el desarme, en un preludio de nueva carrera de armamento nuclear que carece de sentido en el tiempo presente, en un mundo ya plagado de arma-mento nuclear. Desmantelar el nuclearismo exige remover las “narrativas” en que se sustenta y que justifican el armamento nuclear sin que se pueda ver su impacto real, lo que no es algo racional sino que resulta, indica Umaña, de un conjunto de mitos que, reforzados por la política, la cultura y el discurso público, minimizan los riesgos, utilizan el secretismo y contribuyen a perpetuar la inseguridad (del paraguas nuclear) más que la seguridad. No son solo los Estados los actores principales en la cuestión nuclear, también como indica Célia Beckman, es muy importante el papel de las empresas de China, Francia, Italia, Países Bajos o Estados Unidos, con contratos plurianuales por valor de 465 mil millones de dólares (como Northrop Grumann, General Dynamics, BAE systems, Boeing, Leonardo, Lockheed Martin etc.). 260 Instituciones financieras tienen vínculos de finan-ciamiento con productores de armas nucleares y de los 10 principales inversores, nueve están en EEUU y uno en Canadá. Frente al arma nuclear y al rearme solo cabe cambiar el discurso y movilizar a la sociedad civil en torno a la necesidad de recuperar la vía del desarme y la no proliferación, que representa en su mayor aspiración el Tratado de prohibición de 2017. Ray Achesson, directora del Programa de desarme de la Liga internacional de mujeres por la paz y la libertad, considera que el discurso está dominado por las doctrinas de seguridad y que los países que más apoyan la prohibición son los del Sur global, casi todos los países de África, América Latina y el Caribe, Austria, Irlanda, Nigeria, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Malasia y alguno más. Además, considera que esto tiene un sesgo de género, pues la “masculinización” de las bombas resta importancia a los impactos reales de las armas nucleares. El relato sería que las armas nucleares son objetos que disuaden de causar daños en lugar de objetos que causan daños, lo que no es real; pero esto hace ver, indica, que el desarme es imposible. De ahí que considera que hay que avanzar en la abolición, lo que exige comprender la relación entre armas nucleares y poder y desmantelar los sistemas que las hacen posibles. Finalmente es muy importante la labor de incidencia política en torno a la necesidad de que el mundo no emprenda nuevas carreras nucleares pues, como indica Aurora Bilbao, de la Universidad del País Vasco y miembro de IPPNW el arma nuclear es la “mayor amenaza inmediata de supervivencia para la Humanidad que pone a la especie humana en peligro de extinción”. El doctor José Manuel Ribera Casado, de la Real Academia de Medicina de España, analiza la vía de la prevención de la guerra nuclear a través del asociacionismo y la sociedad civil. De ahí el nacimiento de la Asociación internacional de médicos contra la guerra nuclear, IPPNW. La educación de la población y la sensibilización constituyen, indica, deberes morales de la profesión médica. De ahí que esta Asociación recibiese, en 1985, el premio Nobel de la Paz. También hay que señalar que el Dictamen que hizo la Corte internacional de Justicia, una década después, lo fue a petición de la Organización Mundial de la Salud, y es el pronunciamiento jurídico más preciso sobre la licitud del uso del arma nuclear hasta la actualidad.

De otro lado para Juana Pérez Montero, miembro de la Alianza para el desarme nuclear, habría que poner en valor el Tratado de prohibición de armas nucleares. Aunque España hizo un boicot a la campaña sobre el mismo, hay que recordar, nos indica, que el referéndum sobre la entrada en la Alianza Atlántica invalida el argumento de que España no pueda firmar el TPAN por su pertenencia a la Alianza. Ciertamente que la entrada en dicha organización de defensa militar se hizo bajo la condición de que en España estuviese prohibida la instalación, almacenamiento o introducción de armas nucleares, condición sobre la cual no ha habido un cambio formal ni un referéndum posterior. En España no parece que se aprobase por la población un criterio diferente, en la actualidad

En definitiva, este número muestra los problemas de la cuestión nuclear hoy, la necesidad de dar un giro de timón y de concienciar a la sociedad de los peligros que puede tener para la Humanidad seguir en la dirección a la que la confrontación internacional está llevando. La lectura de este monográfico de Tiempo de Paz permite profundizar en muchas reflexiones que hoy en día son más necesarias que nunca.

 

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