Este número aborda la cuestión del arma nuclear hoy, teniendo en cuenta las ocho décadas bajo las cuales la Comunidad internacional ha vivido con esta amenaza. Se eligió este tema monográfico para el número por el Consejo de redacción por el incremento del riesgo de una guerra nuclear que se vive desde la guerra de Ucrania. Y, además, porque para esta revista ese riesgo ha estado muy presente desde su creación y hoy desgraciadamente resurge con fuerza. A ello se une que se está produciendo una degradación del marco normativo de contención del arma nuclear como resultado de la creciente confrontación internacional. Hoy es muy necesaria la reflexión ante la mayor amenaza existente para la supervivencia de la humanidad, en palabras de Aurora Bilbao, miembro de IPPNW, que analiza el riesgo de apocalipsis nuclear. En la historia solo se han lanzado dos bombas nucleares (Hiroshima y Nagasaki) pero existen 417 centrales nucleares y ha habido más de 2.000 ensayos nucleares. En tiempos recientes se está incrementando el gasto en armas nucleares, llegando a 91.400 millones de dólares en 2023, con un incremento del 13, 4%. El instrumento central para la erradicación de las armas es el reciente Tratado de prohibición de armas nucleares que, sin embargo, no ha sido firmado por ningún Estado poseedor de armas nucleares y que debiera constituir el elemento central para la abolición de las mismas. El coordinador de este número es Carlos Umaña, médico costarricense que dedica su vida a esta meta y al que agradecemos su buena disponibilidad y su colaboración entusiasta con Tiempo de Paz. Carlos Umaña recibió en 2017 el Premio Nobel de la Paz por ser el promotor de ICAN, la Campaña internacional para la abolición de las armas nucleares. Dejó la medicina hace años para dedicarse a alertar sobre el peligro nuclear y por la necesidad de su erradicación. Indica en su contribución que llevamos 80 años de confusión, admiración, secretismo, imposiciones y amenazas sobre el arma nuclear, que sobre todo es un símbolo de estatus y una amenaza. Fue uno de los grandes promotores del Tratado de prohibición de armas nucleares, que prohíbe a los Estados probar, producir, fabricar, transferir, poseer, almacenar, usar o amenazar con armas nucleares o que se estacionen en su territorio. A pesar de la luz que da este Tratado, vivimos en tiempos de deterioro normativo. Uno de los primeros pasos para ello, como indica el analista del Instituto español de estudios estratégicos, José Ignacio Castro Torres estuvo en la retirada de EEUU del Tratado sobre misiles antibalísticos, en 2002, tras los atentados del 11-S. En Europa, Rusia se retiró en 2019 del Tratado sobre fuerzas nucleares intermedias, cuyo objetivo era abolir misiles de emplazamiento terrestre con alcances entre 500 y 5.500 km; en 2020 EEUU abandonó el Tratado de cielos abiertos; también está en entredicho su continuidad en el Tratado de prohibición completa de ensayos nucleares.
EEUU debe tener, se calcula, al menos un centenar de armas nucleares (B61). En Rusia, la capacidad de destrucción es inmensa, pues tiene casi 6000 ojivas nucleares. La situación en Europa se está deteriorando como consecuencia también de la destrucción del sistema de seguridad regional. E igualmente en el plano internacional hay un deterioro del mapa geopolítico y jurídico de los tratados celebrados para acabar con el peligro nuclear, como analizan María José Cervell, catedrática de Derecho internacional de la Universidad de Murcia y Vicente Garrido, Profesor titular de relaciones internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Cervell realiza un mapeo de los Tratados de desarme nuclear, como el ya citado de 2017, Tratado de prohibición; el de 1968, Tratado de no proliferación de las armas nucleares, los Tratados sobre prohibición de realización de ensayos nucleares (de 1963 y de 1966), los tratados de creación de zonas libres de armas nucleares, en los diferentes continentes de América, Africa y Asia (Tlatelolco, 1967; Raratonga, 1985; Pelindaba, 1996; Banghok, 1995) o sobre determinados espacios como la Antártida o los fondos marinos (Tratados de 1959, 1971), la jurisprudencia de la Corte internacional de Justicia (1996) o los tratados de reducción de armas nucleares, en particular el Tratado Start. La conclusión a la que llega tras analizar este panorama jurídico es que ve muy lejano el fin del arma nuclear.
A ello se une la crisis del Tratado de no proliferación que desde los años setenta fue la piedra angular del régimen de no proliferación. Pero el TNP está en crisis como muestra la falta de articulación de los consensos necesarios en las últimas décadas. A juicio del profesor Garrido las principales causas son el estancamiento de la conferencia de desarme de Ginebra y la rivalidad entre los grandes actores, que se ha incrementado desde la guerra de Ucrania. De ahí que Rusia haya suspendido su participación en 2023 en el Tratado New Start, que expira en 2026, entre otras acciones a las que se han sumado Estados Unidos y otros actores, en la línea de deshilachar el régimen nuclear.
Estados Unidos también ha cesado los intercambios de datos nucleares, comportamiento que refleja un debilitamiento del Tratado en un momento en el que se está produciendo la dramática expansión nuclear de China, que está en la línea de convertirse en una potencia nuclear comparable de EEUU y a Rusia, al mismo tiempo que Pakistán e India mejoran sus fuerzas nucleares, al igual que Corea del Norte, entre otros países.
En este momento crítico, la Unión Europea está al borde de sumarse a la nueva carrera armamentística en ciernes y en profundizar en la disuasión nuclear como única forma de garantizar la seguridad cuando, en realidad, indica Célia Beckmann, eso solo incrementaría el riesgo de un conflicto catastrófico y desviaría el gasto de otros sectores como la lucha contra el cambio climático, la educación o la seguridad humana.
El analista del Instituto español de estudios estratégicos, José Ignacio Castro Torres considera que Europa debiera volver a un escenario de negociación. Lo cierto es que, sin embargo, las potencias nucleares, y otros países están optando por la disuasión más que por la contención o por el desarme, en un preludio de nueva carrera de armamento nuclear que carece de sentido en el tiempo presente, en un mundo ya plagado de arma-mento nuclear. Desmantelar el nuclearismo exige remover las “narrativas” en que se sustenta y que justifican el armamento nuclear sin que se pueda ver su impacto real, lo que no es algo racional sino que resulta, indica Umaña, de un conjunto de mitos que, reforzados por la política, la cultura y el discurso público, minimizan los riesgos, utilizan el secretismo y contribuyen a perpetuar la inseguridad (del paraguas nuclear) más que la seguridad. No son solo los Estados los actores principales en la cuestión nuclear, también como indica Célia Beckman, es muy importante el papel de las empresas de China, Francia, Italia, Países Bajos o Estados Unidos, con contratos plurianuales por valor de 465 mil millones de dólares (como Northrop Grumann, General Dynamics, BAE systems, Boeing, Leonardo, Lockheed Martin etc.). 260 Instituciones financieras tienen vínculos de finan-ciamiento con productores de armas nucleares y de los 10 principales inversores, nueve están en EEUU y uno en Canadá. Frente al arma nuclear y al rearme solo cabe cambiar el discurso y movilizar a la sociedad civil en torno a la necesidad de recuperar la vía del desarme y la no proliferación, que representa en su mayor aspiración el Tratado de prohibición de 2017. Ray Achesson, directora del Programa de desarme de la Liga internacional de mujeres por la paz y la libertad, considera que el discurso está dominado por las doctrinas de seguridad y que los países que más apoyan la prohibición son los del Sur global, casi todos los países de África, América Latina y el Caribe, Austria, Irlanda, Nigeria, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Malasia y alguno más. Además, considera que esto tiene un sesgo de género, pues la “masculinización” de las bombas resta importancia a los impactos reales de las armas nucleares. El relato sería que las armas nucleares son objetos que disuaden de causar daños en lugar de objetos que causan daños, lo que no es real; pero esto hace ver, indica, que el desarme es imposible. De ahí que considera que hay que avanzar en la abolición, lo que exige comprender la relación entre armas nucleares y poder y desmantelar los sistemas que las hacen posibles. Finalmente es muy importante la labor de incidencia política en torno a la necesidad de que el mundo no emprenda nuevas carreras nucleares pues, como indica Aurora Bilbao, de la Universidad del País Vasco y miembro de IPPNW el arma nuclear es la “mayor amenaza inmediata de supervivencia para la Humanidad que pone a la especie humana en peligro de extinción”. El doctor José Manuel Ribera Casado, de la Real Academia de Medicina de España, analiza la vía de la prevención de la guerra nuclear a través del asociacionismo y la sociedad civil. De ahí el nacimiento de la Asociación internacional de médicos contra la guerra nuclear, IPPNW. La educación de la población y la sensibilización constituyen, indica, deberes morales de la profesión médica. De ahí que esta Asociación recibiese, en 1985, el premio Nobel de la Paz. También hay que señalar que el Dictamen que hizo la Corte internacional de Justicia, una década después, lo fue a petición de la Organización Mundial de la Salud, y es el pronunciamiento jurídico más preciso sobre la licitud del uso del arma nuclear hasta la actualidad.
De otro lado para Juana Pérez Montero, miembro de la Alianza para el desarme nuclear, habría que poner en valor el Tratado de prohibición de armas nucleares. Aunque España hizo un boicot a la campaña sobre el mismo, hay que recordar, nos indica, que el referéndum sobre la entrada en la Alianza Atlántica invalida el argumento de que España no pueda firmar el TPAN por su pertenencia a la Alianza. Ciertamente que la entrada en dicha organización de defensa militar se hizo bajo la condición de que en España estuviese prohibida la instalación, almacenamiento o introducción de armas nucleares, condición sobre la cual no ha habido un cambio formal ni un referéndum posterior. En España no parece que se aprobase por la población un criterio diferente, en la actualidad
En definitiva, este número muestra los problemas de la cuestión nuclear hoy, la necesidad de dar un giro de timón y de concienciar a la sociedad de los peligros que puede tener para la Humanidad seguir en la dirección a la que la confrontación internacional está llevando. La lectura de este monográfico de Tiempo de Paz permite profundizar en muchas reflexiones que hoy en día son más necesarias que nunca.