Revista Tiempo de Paz 141 | LA DIGITALIZACIÓN

Número: 141
Periodo: Verano 2021
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La denominada digitalización no es un proceso sencillo, barato ni neutro, sino que constituye una revolución en nuestras vidas, que para que sea positiva exige la realización de muchas políticas y normas tanto a nivel nacional como europeo e internacional.

También hay que decir que la revolución tecnológica y las nuevas tecnologías no son nuevas, pero han alcanzado un punto en el que parece que van a afectar de manera sistémica a nuestra cultura, nuestros modos de vida y bienestar. Conscientes de este problema el Consejo de Redacción de la revista decidió impulsar una reflexión colectiva sobre el mismo, y encargó para ello la labor de asesoría e impulso a la coordinación a José Moisés Martín Carretero, economista, consultor, y profesor de emprendimiento digital en la Universidad Camilo José Cela.

 

 

La lectura de este monográfico evidencia la importancia del tema y la relevancia de haber elegido al coordinador y a los invitados a participar en el mismo, pues entre todos ponen de relieve muchas de las cuestiones que la digitalización trae consigo. Creemos que este número es un punto de partida, dado el amplio abanico de temas y que es algo que va a estar abierto a partir de ahora. La digitalización tiene un impacto sistémico, que afecta a nuestros modos de vida, a la economía, a la cultura y al conjunto de la sociedad. Afrontarlo va a exigir medidas jurídicas, pero también económicas, sociales y culturales, cuyo alcance y contenido todavía son una hoja abierta.

Afrontar la digitalización desde una perspectiva ética, y no caer en los riesgos de una gobernanza algorítmica es lo que estudia Pau Solanilla, fundador de Sostenibles.org, que alerta del riesgo de depender de unas estructuras de poder poco transparentes, discriminatorias, sin control democrático.

No existe a nivel mundial un modelo de digitalización, y no hay un consenso mundial sobre cómo afrontar los retos que plantea. Hay varios modelos, en Estados Unidos, en China, en Europa. Un mundo en el que se afronta este reto sin un consenso mundial. De otro lado, la digitalización es la consecuencia de una globalización económica y de una innovación tecnológica que se han hecho con pocos frenos por parte de los estados, en un momento de economía global en el que las grandes empresas globales han marcado las pautas. Ahora toca por lo tanto ajustar esos  movimientos económicos y sociales al interés general, lo que sin duda es enormemente difícil en una Comunidad internacional en la que no hay un Estado mundial y en la que Naciones  unidas tampoco realiza esa labor.

En segundo lugar, la digitalización afecta al empleo, donde se requieren nuevas competencias y habrá nuevos trabajos a la par que desaparecen otros. Esto plantea los problemas de la reducción del empleo, en diferentes contextos de países, regiones o capas de la población y sobre qué hacer en esa situación. Se habla de la creación de una renta mínima. Es una cuestión abierta pues hasta el momento ha sido el empleo decente el principal motor de equidad y de obtención de recursos para la inmensa mayoría de la población del mundo. Alberto Cañigueral, de Connector Quishare España analiza las empresas-red como nuevo modelo de organización de las empresas, la externalización y cómo está llevando a una vida laboral fragmentada. Además, la digitalización trae consigo otros muchos retos, como es la brecha digital, y preocupa que deje a muchos en el camino. Este es el sentido de la preocupación por los grupos de personas mayores, que analiza Lucía Alonso Blasco, del proyecto Link-ips España y de las escasas herramientas puestas en marcha para la formación digital de este grupo. También se observa una brecha de género en el mercado de trabajo, pues la presencia de mujeres en el mercado digital es minoritaria, lo que trae muchos retos siendo necesaria una perspectiva de género, como estudia Anabel Suso Araico, responsable de innovación de políticas públicas de Red2Red.

En este sentido, el coordinador en su interesante contribución, propone la necesidad de que Europa se singularice frente a USA o China por realizar una digitalización humanizada y rica en derechos, y propone la incorporación de nuevos derechos relacionados con las nuevas tecnologías, que deben consolidarse en un nuevo pacto social para evitar una digitalización descontrolada o poco respetuosa con los derechos. Se trataría de que la digitalización sea en beneficio de la mayoría. Pone de relieve este autor el peligro de que estemos en un momento declarativo que no vaya acompañado de políticas públicas y corporativas que hagan efectivos los derechos.

La verdad es que hay mucho por hacer, tanto en el reconocimiento de los derechos digitales, como en las políticas que permitan que esos derechos sean eficaces. En este sentido el plan de recuperación, transformación y resiliencia es una oportunidad, pues dedica unos 20.000 millones de Euros de Europa a la transición digital. España se ha dotado de una hoja de ruta clara con la Agenda digital 2025, como analiza Lucía Velasco, directora del Observatorio nacional de tecnología y sociedad.

El proceso de digitalización tiene otras muchas variantes y dimensiones. Afecta, de un lado, como analiza César Ramos a la vida pública y la representación política, y permite que los ciudadanos abandonen el papel de observador y se conviertan en protagonistas de los cambios. Puede permitir, de otro, como analiza Leonard Pera, director general de Open-Ideas, la transformación digital de las empresas como motor de cambio tanto económico como social. O si se aplica a la despoblación, la digitalización puede permitir que España afronte ese desafío y aborde la brecha campo, ciudad, como profundiza Ruth Carrasco Ruiz, asesora del Ministerio de transición ecológica y reto demográfico. También afecta a la vida de las ciudades (las smart citys), y puede permitir mejorar mucho en movilidad, medio ambiente, y habitabilidad, es decir en sostenibilidad. Esta idea de sostenibilidad y las oportunidades y riesgos que plantea es objeto del análisis de Jesús Salgado, Celia Fernández, Cristina Monge y Carlos Mataix. Realizan varias sugerencias para hacer la tecnología digital más sostenible, poniendo de relieve que no todo es la eficiencia y que se pueden realizar ecodiseños sostenibles, impulsar la economía circular, desarrollar la inteligencia artificial de manera responsable y establecer criterios para una digitalización sostenible y responsable.

En definitiva, la digitalización ha traído múltiples problemas y oportunidades y estamos en el inicio de una nueva era en la que mucho está por rehacer y construir. Este número sin duda es ponderado y aporta reflexiones que puede ser de gran utilidad para el desarrollo de las mejores políticas y para ver dónde habría que reconocer nuevos derechos o adaptar los actuales al entorno digital. En todo caso, la lectura de los diferentes artículos aporta muchas e interesantes sugerencias, por lo que agradecemos el esfuerzo realizado por este importante equipo de expertos e invitamos a la lectura de sus contribuciones por su utilidad e interés.

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