Revista Tiempo de Paz 140 | PERSPECTIVAS DEL BREXIT

Número: 140
Periodo: Primavera 2021
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La Unión Europea es entidad sui generis con un entramado de relaciones entre sus miembros muy elevado. Deshilachar un tejido de esa naturaleza es una operación compleja. Desatar el nudo gordiano sin que se provoque un fragmentador efecto dominó y de una manera acorde con los intereses de la Unión y de sus Estados es de gran dificultad.

El Bréxit ha sido como un meteorito que cae en la Unión Europea, de incierto impacto inicial. Analizar y evaluar el efecto que tiene en la construcción política de Europa y en la vida de sus ciudadanos es el objeto central de este número, que el Consejo de la revista decidió impulsar una vez que el proceso de salida había entrado en una fase irreversible. A tal efecto se contactó con Mercedes Guinea, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense y experta en relaciones internacionales y construcción europea, que aceptó de inmediato el reto propuesto. Le agradecemos su rigor y buen hacer en la selección y propuesta de temas y personas, que han permitido que el número que sale a la luz haya quedado, a nuestro juicio, muy bien y que responda a las intenciones de la revista y, esperamos, a las inquietudes de los futuros lectores.

 

 

En este número se realizan muchas reflexiones sobre el porqué del Bréxit. ¿Qué llevó a los gobiernos del Reino Unido a ejercer el denominado derecho de retirada de la Unión Europea, que es la máxima manifestación de la soberanía pues los Estados, en tanto que sujetos de la Comunidad internacional, tienen en el derecho de adherirse y de retirarse de una organización internacional? De otro lado se aborda el cómo se realiza, es decir, como han quedado los tratados y acuerdos para la retirada y como queda la relación entre la Unión Europea y el Reino Unido una vez consumada, tanto en términos jurídicos como políticos, económicos y sociales.

Se trata por ello de hacer un balance y perspectiva de la situación postBrexit. Todo apunta a que las perspectivas son más negativas para el Reino Unido que para la UE. Europa somos todos, unos y otros, pero a partir de ahora la Unión Europea pierde a uno de los grandes Estados, mientras que el proyecto europeo sigue adelante, tal vez reforzado al hacer de la necesidad virtud y porque, probablemente, es mejor que aquellos que no estén convencidos no crucen el Rubicón de seguir adelante.

El abanico de interrogantes que se planteó en la negociación era enorme. Este número permite contribuir a que el lector tenga una opinión informada, para lo que se ha contado con la colaboración de destacados especialistas de la academia, la diplomacia, las instituciones y la sociedad civil. Desde Embajadores de España, con experiencia en particular en estas lides, hasta catedráticos de Universidad, miembros del Parlamento Europeo y de la Comisión Europea, organizaciones sindicales y empresariales, de la sociedad civil española y europea, representantes empresariales y sindicales, tanto continentales como británicos conforman un marco para la reflexión ponderado y diverso, que ha dado lugar a un número enriquecido con muchas reflexiones y opiniones.

El Reino Unido entra en la Unión Europea cuando ésta no existía, pues se adhirió a las Comunidades Europeas (Comunidad económica europea, Euratom, Comunidad Europea del Carbón y del Acero) en los años setenta y desde muy pronto pareció arrepentirse. De ahí que ya a mediados de los años setenta se realizase un referéndum sobre la salida. La perspectiva británica sobre la construcción europea es diferente a la del eje franco alemán. Charles De Gaulle se oponía a la adhesión británica y sólo cuando le sucede Georges Pompidou se plantea la adhesión.

Francisco Fonseca Murillo, Alto funcionario de la Comisión Europea durante tres décadas recuerda que el Reino Unido nunca tuvo un “verdadero afán de integración”, que ya se había retirado de la Conferencia de Messina que prepara los Tratados de Roma que crearon en los cincuenta la Comunidad Económica Europea y que luego fue un miembro incómodo con el referéndum de los setenta (5/VI/1975), el cheque británico en los ochenta, su no participación en Schengen, el estatuto particular en el espacio de libertad, seguridad y justicia y su oposición a la Carta de derechos fundamentales.

En tiempos más recientes, señalan Ruiz Devesa y Peinado, han influido factores coyunturales (Tony Blair no apuesta por el euro; la convocatoria del referéndum por Cameron, entre otros) y estructurales (nula pedagogía de los gobiernos británicos sobre la UE; papel negativo de los medios de comunicación etc..). Desde un principio el Reino Unido tuvo una incómoda posición en el proyecto europeo, que, indica el Embajador de España Carlos Casajuana se refleja en la opinión pública británica. Así, en 2009 un 28% de los británicos percibía que no era bueno el proyecto europeo, frente a un 71% de los españoles y a una media europea del 53%. Esta falta de afección de los ciudadanos británicos es la causa de su entrada con poco entusiasmo, y de su salida. Ello se debe indica este autor a la historia y también a que a diferencia de otros países que vieron realizados en el valor de la paz (Francia y Alemania) o la prosperidad (por ejemplo España) sus anhelos, en el caso del Reino Unido faltó “un valor añadido de entidad comparable”. El Embajador de España considera que si el Reino Unido entró en la UE para controlarla, la salida puede costarle un precio muy alto (Escocia, Irlanda y Gibraltar). Catherine Barnard, de la Universidad de Cambridge, pone de manifiesto cómo se pasó de los días de gloria y optimismo del Bréxit con May, a cómo Boris Johnson expresa la prioridad de la soberanía sobre los intereses económicos.

Desde la perspectiva técnico-jurídica Fonseca aborda la activación del derecho de retirada previsto en el art. 50 del tratado de Unión Europea (el 29/III/2017), y también la celebración del acuerdo de retirada, ya en vigor. Las negociaciones se celebraron entre el 19/V//2017 y el 14/XI/2018, cuyo plazo se prorrogó tres veces. El acuerdo tiene 185 artículos y tres protocolos (Irlanda del norte; zonas de soberanía de Reino Unido en Chipre; Gibraltar). La relación comercial futura se rige por un acuerdo de 24 de diciembre de 2020, una “asociación lo más estrecha posible entre la Unión Europea y el Reino Unido”. La negociación ha sido equilibrada y ha preservado los intereses esenciales de los ciudadanos, las empresas y los Estados miembros. Entre otras cosas, como expone la profesora Manero Salvador, de la Universidad Carlos III de Madrid el Acuerdo de comercio y cooperación de 23/XII/2020 evitaba el Brexit duro, de tal modo que la relación comercial se hubiese basado en la OMC (Organización Mundial del Comercio, lo que ha sido un riesgo que se ha evitado.

También se ha negociado un régimen para Gibraltar que analizan Alejandro del Valle-Galvez e Inmaculada González García, catedrático y titular, respectivamente, de Derecho internacional público, en la Universidad de Cádiz, que establece disposiciones favorables para las posibilidades de futuro en materia de cooperación transfronteriza entre Gibraltar y el Campo de Gibraltar, con mecanismos novedosos, como analizan en profundidad y con gran interés estos autores.

El Brexit tiene un impacto sistémico que afecta a las personas, a la construcción europea y a las relaciones internacionales. En primer lugar, afecta a las personas a un lado y al otro del canal de la Mancha. El impacto “humano” es objeto de reflexiones por parte de Allan Francis Tatham que aborda los derechos de los nacionales del Reino Unido que vinieron a trabajar o a jubilares antes del 31/XII/2020 (en cuanto a sus derechos de residencia, trabajo, asistencia sanitaria, pensiones..). a Afecta además a los trabajadores, como analiza Valérie Parra, responsable del área Europa de la Unión General de los trabajadores, que indica que el movimiento sindical europeo seguirá la aplicación de los acuerdos para evitar impactos negativos; los sindicatos británicos (las trade unions) eran partidarios de la permanencia en la UE, del mismo modo que los sindicatos españoles. A pesar de la retirada, los sindicatos pretenden aminorar los efectos negativos.

También tiene gran relevancia para las empresas, analiza Marta Blanco Quesada, Presidenta de CEOE internacional, que considera que para las empresas españolas las nuevas condiciones son, como era de esperar, peores y considera necesario que se siga en un proceso de diálogo que evite impactos negativos derivados de la complejidad del nuevo marco y teniendo en cuenta la relevancia estratégica que en algunos casos tiene el Reino Unido para España. Para la sociedad civil, el Bréxit ha supuesto, indican Parkinson (Secretario General de la WEA) y Ley (Secretario general de Solidar), parece poco visible, pero será de gran impacto a medio y largo plazo.

La retirada como el Dios Jano tiene dos caras, una de riesgo y otra de oportunidad. En general en este número las opiniones son favorables a que será un motor positivo para la construcción europea. En este sentido Francisco Aldecoa, Presidente del Consejo Federal español del Movimiento Europeo, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad Complutense, y antiguo director de esta revista, considera que es una oportunidad para Europa y para la sociedad civil, y que ha brindado la oportunidad para avanzar en la senda federal de la construcción europea, lo que hubiese sido imposible con el Reino Unido dentro de la Unión.

De tal manera que la salida británica puede ser un revulsivo positivo en la construcción europea y en la comprensión del proceso de integración, como estudia en el mismo sentido Mercedes Guinea, coordinadora del número o, desde el Parlamento europeo, Domènec Ruiz Devesa (Diputado al Parlamento Europeo por el PSOE) y Alejandro Peinado García (Secretario general del Consejo Federal de la Unión de europeístas y federalistas de España), que coinciden en que se ha producido una mayor cohesión entre los Estados miembros, los ciudadanos y las instituciones que favorece una cierta federalización, mientras que las consecuencias para el Reino Unido serán muy negativas. En definitiva el Brexit puede haber servido para contribuir a relanzar el proyecto europeo.

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